Polémica en Argentina por la posible compra de un Buque Polar usado

Tras conocerse que el ministerio de Defensa negocia la adquisición del “Aurora Australis” propiedad de la Empresa “P&O Maritime”, por una suma cercana a los 2 millones de dólares, se conocieron las primeras voces en defensa de la producción nacional.

La industria naval nacional, que comenzó a ser intencionadamente diezmada en la década del 90, lleva desde entonces un camino de luchas constantes, sin claudicar, a pesar de las reiteradas promesas de reactivación vertidas por los sucesivos gobiernos.

Una de las pruebas más contundentes y cercanas, se registró durante la gestión de Mauricio Macri, cuando después de largos meses de intensas negociaciones y tras realizar concesiones, particularmente desde el sector sindical, el ex Presidente vetó los artículos fundamentales de la Ley 27.418, que fue aprobada por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso.

Ahora, el contexto es otro. El interés de contar con un Buque Polar, es conocido desde hace tiempo e incluso fue manifestado por el ministro Agustín Rossi, quien había anticipado la intención de contar con un barco de estas características operativas. Aunque, en su momento, expresó el interés de construirlo con el trabajo del astillero Tandanor en colaboración con Astillero Río Santiago. Aquellas palabras del funcionario, fueron muy bien recibidas por el arco de entidades que integran el sector.

Incluso, desde una entidad Industrial Naval (ABIN) se propuso oportunamente que este tipo de construcciones no excluyera a nadie y que fuera un genuino ejemplo de integración productiva y desarrollo de cadena de valor, al hacer participar, en distintas firmas, al Consejo de Profesionales de Ingeniería Naval, al Sindicato Argentino de Obreros Navales (SAONSINRA), a los estudiantes y docentes de las carreras de Ingeniería Naval que se dictan en las universidades argentinas. También pedía involucrar a las cámaras del sector con sus respectivos proveedores, astilleros y talleres navales.

Sin embargo, las últimas novedades van orientadas al rumbo contrario. En su cuenta de Facebook, Rossi escribió que sería “una gran alegría” incorporar al Aurora Australis, dependiendo de la decisión que se tome desde Oceanía para cerrar la operación. Poco entendible, porque Argentina cuenta con alta capacidad técnica y humana para construir una nave del mismo porte. Además, sería sumamente importante en el plano ocupacional y el impulso que significaría para la “madre de industrias”.

Como referencia, la UTN Facultad Regional Buenos Aires, en 2019, fue premiada internacionalmente por la Sociedad de Arquitectos e Ingenieros Navales (SNAME), precisamente, por el diseño de un Buque Polar, capaz de operar en complemento con el Rompehielos Irizar. El proyecto fue nutrido de los requerimientos logísticos de la Armada. Es importante saber que incluyó la posible utilización de GNL como combustible, el cual es menos costoso y contaminante.

En esa oportunidad el ingeniero Álvarez, director del Departamento de Ingeniería Naval de la casa de altos estudios, consultado sobre la posibilidad de concretar la construcción en el país, afirmó que “hace casi 40 años hicimos uno, así que tranquilamente se podría hacer hoy. Por supuesto que no es fácil, pero el ARA Almirante Irizar se hizo casi de nuevo en la Argentina. Podemos discutir si se cumplieron los plazos y demás, pero se hizo. Yo soy optimista, he trabajado en la industria naval y he visto cómo se hacían buques, no creo que nos hayamos olvidado».

La realidad indica que el denominado “abuelo” Aurora Australis se encuentra en Tasmania – Australia, en estado operativo de uso. En marzo hizo su último viaje con 58 tripulantes. Tuvo como misión abastecer a la investigación en la remota isla Macquarie con comida, combustible y materiales.

Fue botado en septiembre 1989 en el astillero Carrington Slipways, Tomago, New South Wales. Desde su entrega, ha llevado a cabo innumerables expediciones científicas. En enero de 1999 sufrió un incendio a bordo a causa de un escape de combustible a alta presión. Afortunadamente pudo volver al puerto de Fremantle con sus propios medios.

Es indudable que la Argentina necesita buques con capacidades específicas de operar en aguas antárticas, que puedan trabajar junto al rompehielos A.R.A. Almirante Irizar, a tono con la necesidad logística de las campañas que se desarrollan anualmente en el Polo Sur. Pero es igualmente cierto que la industria naval argentina, debe ser uno de los ejes que materialice la visión de los intereses marítimos nacionales.

Este sector, gran generadora de industrias subsidiarias, ha mermado su producción desde hace tiempo, por las sucesivas políticas erróneas y malintencionadas que intentaron aniquilarla. Sin embargo, no lo lograron y aún quedan astilleros privados y públicos que mantienen a flote la actividad a base de esfuerzo y compromiso.

buque polar