Universidad construye y adapta barcos para que pescadores artesanales de Santa Cruz puedan capturar centollas

Del 25 de febrero al 1 de marzo, representantes de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) estuvieron en el municipio de San Julián (Santa Cruz) para capacitar a pescadores artesanales. La actividad se realizó en el marco del trabajo del Astillero Universitario, coordinado desde la carrera.

De esta forma, los arquitectos navales Rosendo Alves y Luis Martínez dictaron el curso intensivo teórico práctico “Construcción naval en plástico reforzado”. El objetivo es que los pescadores artesanales de la zona puedan reparar embarcaciones menores, elaborar sus componentes en plástico reforzado con fibra de vidrio y hasta diseñar y construir sus propios barcos. Asimismo, se incluirán nociones de seguridad e higiene.

Desde el Astillero Universitario de la UNQ (dirigido por Alves) se trabaja desde hace tiempo en estos temas. De hecho, en 2017 ganaron tres proyectos. Con uno de ellos realizaron el diseño conceptual de un barco de pesca artesanal, al tiempo que otro servirá para construir un prototipo de un barco nuevo de pesca artesanal –de 9 metros– que cuente con artes de pesca multipropósito, esto es, con capacidad para pescar centollas, langostinos, camarones y merluzas.

Para el proyecto restante trabajaron junto a la cooperativa de pescadores artesanales “Los Costeros” para reformar una de sus embarcaciones y hacerla capaz de capturar centollas (cangrejos de gran tamaño), lo que les dará mejores márgenes de rentabilidad. “Luego de escuchar las demandas de los pescadores fabricamos las piezas en el astillero y las enviamos a la provincia con el propósito de instalarlas. Tras la adaptación, el segundo paso es la capacitación”, explicó Alves. Esto es lo que harán durante el tiempo en San Julián.

A fines de 2017, desde el Astillero Académico -espacio institucional encabezado por Rosendo Alves-, se presentaron diversos proyectos de investigación y transferencia en el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (hoy Secretaría de Gobierno), en el Ministerio de Agroindustria y en el Ministerio de Educación. Afortunadamente, en aquel entonces las propuestas tuvieron buena recepción por parte del jurado y los montos recibidos ya brindan sus primeros frutos.

El primer subsidio provino del MinCyT y fue por un monto de 130 mil pesos. El objetivo, en este sentido, fue realizar el diseño conceptual de un barco de pesca artesanal. Se trató de un proyecto que sirvió para calentar motores y para anticipar lo que vendría después, cuando las ideas se volvieron carne y se transformaron en realidad. Con el segundo (150 mil pesos), recibido de parte del Ministerio de Educación de la Nación (a través de su Secretaría de Políticas Universitarias), los especialistas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) se propusieron contribuir con la cooperativa de pescadores artesanales “Los costeros”, del Puerto de San Julián (Santa Cruz). “Ellos poseen embarcaciones muy precarias, por lo tanto, este proyecto consistió en reformar un ejemplar para que pudieran capturar centollas y obtener mejores márgenes de rentabilidad”, señala Alves, referente de la Arquitectura Naval en Argentina y graduado de la UNQ en 2001. Se trata de una lancha pequeña (7.80 metros) para pescar centollas, cangrejos de gran tamaño, cuyo caparazón está cubierto de espinas y puede llegar a medir hasta 20 cm de diámetro.

“Luego de escuchar las demandas de los pescadores fabricamos las piezas en el astillero y las enviamos a la provincia con el propósito de instalarlas. Tras la adaptación, el segundo paso es la capacitación”, explicó.

Por último, obtuvieron un subsidio mayor (que supera los 4 millones de pesos) de parte del Cofecyt –Consejo Federal de Ciencia y Tecnología– para llevar adelante un tercer proyecto cuyo beneficiario es el propio Municipio del Puerto San Julián. En este caso: “La idea es construir un prototipo de un barco nuevo de pesca artesanal –de 9 metros– que cuente con artes de pesca multipropósito, esto es, con capacidad para pescar centollas pero también langostinos, camarones, merluzas”, plantea. Y completa: “Como si fuera poco, este barco les permitirá a los tripulantes una autonomía de un día, es decir que podrán estar hasta 24 horas fuera del territorio”. El objetivo es que, a partir de los dispositivos que se coloquen en el barco, los habitantes de la región que se especializan en el rubro dispongan de un abanico de oportunidades mayores a las que poseen en la actualidad.

Se considera “pesca artesanal” a aquellas prácticas realizadas en embarcaciones que tienen hasta 9.9 metros de eslora –longitud que se calcula desde la proa a la popa–, ya que si supera este límite se define como un medio de transporte de pesca comercial. “En el mundo, la tendencia es retornar a la pesca artesanal porque, a diferencia de la comercial, no daña la fauna y puede ser muy rentable. Como advertimos esta situación quisimos colaborar con nuestros conocimientos en el área y estamos muy contentos de haberlo conseguido”, narra Alves.

En el futuro, la meta será montar un astillero en esta región de Santa Cruz, ya que no existe en el sur argentino un espacio apto para elaborar materiales compuestos y plásticos reforzados, insumos que poseen mucha resistencia mecánica, son más livianos y no se corroen como los metálicos. Como en San Julián poseen una planta de tratamiento del pescado, el círculo entre ciencia y transferencia de tecnología podría cerrarse a la perfección: mejores medios para la pesca facilitan la puesta en funcionamiento de expediciones más desafiantes por parte de los pescadores del lugar y ello, como resultado, brindará más ganancias, al tiempo que generará más fuentes de empleo para los vecinos del territorio.

Fuente : www.diarionuevodia.com.ar